Installation in Espacio Modotti

March 28th, 2025 - May 31st, 2025

Valencia, Spain

Distance Between Us

Danzan en torno a una hoguera

Podríamos caer en la tentación de interpretar esta propuesta de Anastassia Tretiakova

como un juego de matrioshkas, por ejemplo. La razón es obvia. El argumento que

sobrevuela la obra apunta a una relación escalonada, casi modular, entre una madre

(que también es hija), una abuela (que también es madre) y una hija (que, además de

nieta, es también quien crea la obra). Sin embargo, el verdadero fundamento de

Distance Between Us se oculta en otro lugar. De hecho, es la idea de “lugar”, de un

espacio concéntrico a estas tres generaciones de mujeres de una misma familia, lo que

invita a ir más allá de cualquier semejanza superficial. Si recurriésemos a esa metáfora

de las matrioshkas rusas, al funcionamiento de su juego de volúmenes o especie de

palíndromo arquitectónico o escultórico, la referencia esencial a un lugar quedaría

solapada. ¿No se basa, precisamente, el juego de las matrioshkas, en una ocultación que

paso a paso (muñeca hueca sobre muñeca hueca) va creciendo o menguando de escala,

progresivamente?

Distance Between Us es todo lo contrario a un juego de ocultación.

Es un ejercicio de transparencia que gira en torno a un vacío concéntrico: las imágenes

de una hija, una madre y una abuela orbitando en torno a un lago de sal que vincula a

toda la estirpe familiar. Una especie de Mar Muerto en el centro del mapa; espacio

neutro, alegoría de una Pangea originaria y acuosa; “matriz de aparición” (que diría

Baudrillard) o hasta recreación de la superficie del planeta Solaris, tal y como la imaginó Andréi Tarkovski.

Resulta crucial, por lo tanto, en el triángulo que dibujan madre, hija y abuela (con su

vacío substancial en el centro), la distancia que separa sus vértices: en torno a 6.000

Kilómetros que alejan o aproximan a una madre -que vive en Connecticut, EE.UU- de su

hija -que vive en Valencia, España-; a una abuela -que vive en Yarovoe, Rusia- de su nieta.

6.000 Kilómetros es la verdadera “profundidad de campo” que comparten, ahora

mismo, todas y cada una de las fotografías de estas tres mujeres. Imágenes pobladas a

su vez de argumentos, dramas, gozos... Esta obra es también, al tiempo, una especie de

rito topológico y arcaico. Como si a través de las imágenes fuese posible hechizar una

distancia dolorosa y hacerla desaparecer ¿Llega a producirse como un sortilegio

ancestral? ¿Es todo esto una danza que tres cuerpos ejecutan en torno a una llama que

arde en el centro, sobre las aguas de un lago de sal?